La tripa es, para un 48% de los hombres, la parte de su
cuerpo que más querrían cambiar. Peligrosa para la salud y para la autoestima,
uno de cada cuatro recurre a productos cosméticos para tratar de eliminarla.
Los expertos aseguran que sólo una combinación de dieta, ejercicio y hábitos
saludables pueden ayudar a lucir la envidiada chocolatina.
La curva de la felicidad atraviesa sus horas más bajas. No
sólo por aquello del espejo, la moda de las camisas entalladas o los nuevos
estándares de belleza masculina, que también, sino porque la barriga,
especialmente la de los varones, ha saltado por encima de las consideraciones
estéticas y se está revelando como uno de los principales problemas de salud
pública. Los barrigones tienen un mayor riesgo cardiometabólico, es decir, un
mayor riesgo de desarrollar tanto diabetes tipo II como enfermedad
cardiovascular.
Malas noticias, pues, para los vientres rollizos en general…
y para los hombres en particular. Porque, mientras las mujeres se desesperan
luchando contra celulitis, cartucheras y brazos fofos, en el caso de los
hombres la maldición de la grasa se ceba en torno a su cintura, de forma que
son pocos los privilegiados que, superados los 40 años, no lucen tripita.
Y esto es así por una cuestión genética: venimos así de
fábrica. "A la hora de redistribuir la grasa, hombres y mujeres somos
distintos. La mujer tiende a acumularla en el tejido subcutáneo, bajo la piel,
principalmente en la zona glúteo-femoral. Es la obesidad ginoide o de forma de
pera. En cambio, el hombre tiende a tener poca grasa subcutánea y más grasa
intraabdominal, que se conoce como obesidad androide o de forma de
manzana".
Pensemos en los niños: en la infancia, niños y niñas son
iguales, es decir, blanditos y gorditos, sin formas; pero, en cuanto las
hormonas comienzan a actuar, cambia su composición corporal. Las chicas
empiezan a tener las célebres curvas y las caderas se van convirtiendo en el
contenedor perfecto donde almacenar la grasa que les hará falta en su función
reproductora.
El varón, en cambio, no tiene esa posibilidad de acumular la
grasa en muslos y caderas. Así, cuando empieza a engordar -y la tendencia, para
ambos sexos, es aumentar de peso con el paso los años-, como no tiene esa
capacidad femenina de almacenar el tejido graso bajo la piel, lo acumula allí
donde puede, esto es, donde tiene su particular saco: Y ése no es otro que la
tripa. El hombre que engorda porque come más de lo que gasta, guarda esa grasa
en las vísceras, el tronco, el abdomen. Y eso puede provocar muchos problemas
de salud.
Porque tener tripilla puede ser fastidioso desde el punto de
vista estético -los abdominales del futbolista Cristiano Ronaldo resultan más
interesantes, qué duda cabe, que el barrigón del actor Gerard Depardieu-, pero
parece que ha llegado el momento de aparcar por un momento la frivolidad y de
centrarse en la salud. Mientras la grasa
subcutánea es más o menos inocente, es grasa sin más, la que se deposita
alrededor de las vísceras es verdaderamente patológica.
Aparte del peso y su relación con la altura la obesidad
abdominal, la prueba mejor para estimar
cuándo una persona está en riesgo cardiometabólico es, sencillamente, la cinta
métrica: se mide el perímetro de la cintura y, si está por encima de 102 cm (en
mujeres, por encima de 88), tenemos un problema.
Además de la cinta,
hay otra forma casera de hacerse a la idea de si el flotador es en realidad
grasa visceral. Es muy sencillo: túmbese boca arriba y vea qué hace su barriga.
Si se le pone blandita, se desparrama hacia los lados o cae
en rollos, tranquilo; tiene tripa, sí, y es antiestética, también, pero se
trata de grasa subcutánea. En cambio, si su barriga se mantiene dura y alta, si
puede apoyar en ella la cerveza sin que se caiga, lamentamos decirle que su
panza es una bomba de relojería.
Hasta hace muy poco, la barriga masculina ha sido algo que
se daba por sentado. Se consideraba como algo más o menos natural, que aparecía
a partir de los 30 y que se asociaba a la estabilidad sentimental: una vez el
hombre conseguía su media naranja, se relajaba en todo el sentido de la palabra
y se olvidaba un poco de su físico.
Pero algo está cambiando en la estética varonil. Ahora está
mal visto tener barriga y existe una corriente de opinión en contra del
descuido masculino. Este cambio puede venir
motivado, primero, por la influencia cada vez más creciente de los logros
femeninos; las mujeres ya no se mueren socialmente a los 40 ó 50 años, y se
está produciendo una especie de envidia en el varón, que tiene que corresponder
a ese no descuido de la mujer.
El segundo motivo vendría de la mano de la cultura gay. Los
homosexuales se cuidan mucho, se permiten la coquetería y, al ser sexualmente
algo más promiscuos -aunque decirlo sea políticamente incorrecto-, tienen que
estar más apetecibles en el mercado de la seducción".
A los hombres les
sigue importando menos el físico que a las mujeres, porque siempre se han
tenido en cuenta más sus habilidades que su apariencia, pero ahora sí les
preocupa. No suelen tener el miedo a los kilos que la mayoría de las mujeres
sufren.
En la actualidad la barriga es la parte del cuerpo que más
les preocupa a los hombres entre 30 y 70
años. Pero además, en distintos estudios
realizados en los últimos años a jóvenes de entre 13 y 15 años se ha comprobado
que su mayor preocupación, obviamente, es el acné, pero a continuación ya viene
la barriga.
A más del 50% de los hombres les preocupa el tamaño de su
barriga y el 25% de ellos usa productos específicos para reducirla. El 89% de
los hombres europeos considera que el abdomen es la parte del cuerpo que más
atención requiere.
La barriga en un hombre no se considera sexy en absoluto, y de ahí que
haya surgido todo un mercado orientado a eliminarla. A los hombres les preocupa
su tripa, y bien lo saben los cirujanos plásticos, los entrenadores personales
y los responsables de centros de estética. A los primeros se suele acudir
cuando la barriga ya ha alcanzado una dimensión considerable y se intenta tirar
por la vía más rápida: "Doctor, quíteme este peso de encima".
Pero esto no es tan sencillo si un hombre es obeso. Lo
primero que tiene que hacer es adelgazar, porque no se puede actuar directamente
contra la grasa intraabdominal.
Mediante técnicas como la liposucción o la abdominoplastia
se puede eliminar el exceso de piel existente o la grasa subcutánea. Pero con
la grasa visceral no podemos hacer nada a menos que la persona adelgace.
POSIBLES SOLUCIONES.
La solución para la grasa intraabdominal es hacer dieta, no
hay milagros. Para marcar músculos, objetivo principal de tantos hombres que no
sólo quieren quitarse el tocinillo, sino también tener unos abdominales
marcados, la tan sobrevalorada chocolatina.
Pues desengañémonos: no hay camino rápido para conseguirlo,
ni siquiera el quirófano puede darnos la solución: por mucha liposucción que se
haga, no se puede dejar los músculos al descubierto si previamente no se tiene
unos músculos potentes. Además, no hay
prótesis mágicas que hagan las veces de abdominales: tenemos prótesis de
glúteos o de pectorales, pero, hoy por hoy, no disponemos de ningún implante
para el abdomen. Sólo el ejercicio puede ayudar.
PONERSE EN FORMA.
Hacer ejercicio. Y ahí vienen nuevos errores, como ponerse a
hacer serie tras serie de abdominales para encontrar después que ahí sigue el michelín.
Frustrante, ¿verdad? Con los abdominales se mejora el tono muscular, pero la
barriguilla colgante, la piel gruesa, el flotador, seguirá ahí porque es grasa
acumulada.
La mayoría de los hombres piensa que, cuanto más abdominales
haga, antes se verán, cuando el que lleguen a verse no depende sólo de estos
músculos, sino de la grasa que los cubre. Por eso, si se tiene mucha grasa en
la cintura, será necesario hacer ejercicio y controlar la dieta.
Otro error, propio de quienes persiguen el cuerpo danone en
10 días, es pensar que, cuando se tiene grasa en el abdomen, pero no se está
especialmente gordo en el resto del cuerpo, hay que hacer únicamente
abdominales. Hoy sabemos que es más importante trabajar otras zonas, porque así
aumenta más el metabolismo basal y se gasta más a lo largo del día.
Pero es que, además, hacer abdominales apenas quema calorías,
por lo que es mucho más interesante trabajar otros músculos que quemen más. Si
uno sólo tiene 10 minutos por día para hacer ejercicio y quiere lucir tableta,
no debería perder el tiempo únicamente haciendo abdominales, porque no le van a
hacer consumir mucho: debería hacer ejercicios de piernas, ya que son con los
que más calorías gastamos.
Recordad siempre chicos: en lo primero que se fijan las
mujeres en un hombre, es en una buena postura corporal y en la barriga, o mejor
dicho, en su ausencia.